Agradecido por el interés y acuciado por Mr. Neck, en lugar de escribir un comentario al pie, que sería el noveno, mejor una nueva entrada.
El otro día decía en un programa de televisión el maestro Rivera que al torero sólo lo puede comprender otro torero. Es difícil transmitir los sentimientos que me generan mi nueva pasión, pero voy a intentarlo.
Durante todo el verano me habéis visto poco. Unos días en La Antilla, luego en Chipiona, donde no me crucé con nadie… (sospechoso, ¿no?) Luego otros pocos días en La Antilla, donde casi no fui visto y luego desaparecer.
En realidad, durante todo ese tiempo se ha esto fraguando mi alternativa. Me he tenido que poner en forma. Aparte de mis trabajos con Billy, he estado musculando en un gimnasio, he tenido que salir a correr cinco días a la semana, unos veinte kilómetros diarios. Todo para coger la forma. Los que me hayáis visto recientemente lo tenéis que haber notado: he perdido 13 kilos de grasa. Lo que pasa que casi no se me nota porque he ganado mucha masa muscular. Además, he tenido que dejar de beber alcohol (otra cosa que, supongo, también habréis notado) y someterme a un severo régimen alimenticio.
Todo para poder tomar la alternativa, y después participar en esta novillada famosa con los 6 novillos de las Azores. Y apartarme de la educación.
Llegado el día, el grupo completo de novillos los componían, además de los citados por Mr. Neck (Bush, Blair, Aznar), tres observadores internacionales de los que vieron armas de destrucción masiva, y tres fulanas de pelo rubio y tetas prominentes, que sirvieran como cabestros, si fuera necesario, para atraer a alguno que fuera demasiado manso y no diera la talla. Cosa poco probable, por otra parte, dado el carácter aguerrido de los novillos.
Decidimos Esau, el maestro Silveti y yo mismo, dejar para los segundos a los primeros novillos del cartel, de suerte que lidiáramos cada uno a uno, después de haber lidiado a un observador internacional, cortos de vista mayormente. Facilones de llevar a tu terreno.
A Esau Férnadez, un maestro dominicano, de sonrisa blanquísma y muy amplia, y figura extremadamente delgada, que recuerda lejanamente una escultura de Gargallo, le correspondió Aznar. Era el que más inquietud causaba, por su carácter hosco, y su mirada amenazadora. Sin embargo entró al trapo fácilmente. A toda llamada o provocación.
Bush, de todos es conocido, tiene muy buen trato en las distancias cortas, algo que pudo agradecer y aprovechar el maestro Silveti, un argentino untuoso y supuesto, que culminó muy brillantemente la mejor faena de la tarde, obteniendo las dos pelotas y el rabo.
Mi segundo, el que cerraba la tarde, no por excusarme, era el menos previsible de todos. Más inteligente que Bush, más sonriente y a la vez taimado que Aznar, Blair era peligroso. En mi segunda media verónica, se quedó corto en el recorte y me empitonó gravemente. Me saltó los puntos. De hecho, lo que he comentado en el blog del pie derecho dormido no fue por la colocación de las losetas en la terraza. De hecho, no es el pie precisamente lo que me ha dejado el andar “gracioso”.
Trato de recuperarme disimuladamente, mientras espero a la Feria de Abril, en la Maestranza.
Tengo además que recobrar la forma. Mañana toca sesión de abdominales. Pero por si acaso no llega la fortuna, mientras escribo estas líneas escucho “Lonely Road” de McCartney, buscando una canción que sirva de análisis en el examen que mañana tengo con segundo de la E.S.O.; otro tipo de novillo mucho más duro de lidiar, y a veces más peligroso.
Maldita sea.
No se si será cierto lo que decía el maestro Rivera el otro día en televisión, aunque espero que esto si lo hayáis comprendido. Pero si me veis y notáis mi cojera, por favor, ni se os ocurra preguntar. Sólo un torero comprende a otro torero.