Mi existencia reflejada en los espejos cóncavos del Callejón del Gato

domingo, 18 de abril de 2010

Domingo tarde

Con los días cada vez mas largos, con las tardes cada vez más luminosas (ese color ocre lento que ya van teniendo las tardes, esa luz renacida que parece que se derrama espesa como yema de huevo sobre todas las cosas y las hace inmóviles), a ver quien es el guapo de ser responsable, y retirarse pronto, con la vitalidad que la luz te pega al cuerpo.
Y con la Feria ahí al lado.
Anda...

A vivir que son dos días, y uno llueve.
Como hoy, lo cual no ha sido óbice para no ir a comer.

viernes, 16 de abril de 2010

Tamaño de entradas

Creo que tengo al personal (los pocos que aun me leais) un poco cansados con entradas tan largas.
No era mi intención aburrir, pero es me han salido así
Tengo que procurar ser más conciso.
Hoy es viernes, llueve y es un día aburrido. Por entretenerme he puesto cuatro exámenes, que ahora tengo que corregir.
Mañana si no llueve habrá recolocación de azotea, con las nuevas sillas de Ikea que hemos comprado.
El domingo a la Feria.
Y el que no venga, que se j

El martes traen la mesa del cortinglé. Y a comer en la Feria.
Hala.

jueves, 15 de abril de 2010

Ayer y hoy

Cuando ayer fui a recoger a Carlos al mediodía, hubo una madre de un compañero de Carlos que se sorprendía de que tuviera tiempo para todo: “traes a los niños, los recoges, luego te veo paseando a los perros, trabajas,… si encima haces algo en casa”. Cuando le contesté que cocino y hago cosillas, me dijo que me tendrían que clonar. Le dije que parece mucho más de lo que es, pero ella se sonreía.
En realidad en muchas cosas de casa (y del trabajo, y de todo, vaya) soy procastinador. Pero hay días que sorprenden. A ver ayer.

Ayer
Levantada: Oficial, 6’30. Estaba tan cansado del lunes (montada en bici, acostada tardía) y del martes (reuniones hasta las nueve menos cuarto, acostada más tardía), que me cuesta plantearme la tabla de abdominales habitual. La pereza me puede, estiro algo y crujo la espalda, pero como tenemos planteado montar en bici por la tarde, lo dejo.
Niños vestidos: Dos medios. Se levantaron con tiempo y ganas, así que Eva pudo ponerles camisetas y calcetines. Yo los completé.
Niños desayunados: Dos.
Niños repartidos: Dos, en tiempo y forma.
Camas hechas: Una. La de matrimonio. Me toca los miércoles.
Pares de zapatos recogidos: Cuatro, que andaban dispersos: de la bici, de las abdominales, olvidados. (Tenía cuatro pares de zapatos por medio, si lo sé, soy un desatre. Yo lo llamo procastinar) Resultado: satisfactorio.
Bajadas al trastero: Una. La cafetera antigua y el jamonero. El jamón se ha acabado. Justo pa la Feria.
Lavadoras puestas: Dos. Una oscura y otra clara. (Mucha ropa: procastinar) 
Lavadoras sacadas: Dos. Resultado: Satisfactorio.
Secadoras: Tres. Una de ropa tendida anteriormente, pendiente de secado.
Tendidos recogidos: Dos. Resultado: Normal. La ropa de los niños la guarda habitualmente Eva. Fuente de conflictos constante.
Tendidos pendientes: Uno.
Camisas dobladas: Dos. Pendientes desde la plancha del viernes. Resultado: Satisfactorio.
Pares de calcetines recogidos: seis.
Gayumbos: tres.
Mensajes contestados: Uno. Recibí con sorpresa hace unos días un mensaje de un antiguo compañero del cole. Ayer pede contestar. Resultado: optimo: me contestó en seguida y estoy pendiente de contestarle.
Comentarios escritos: Uno. Lucía.
Pedidos realizados: Uno. Dos CDs de Mancini (he pecado, again)
Clases lectivas: Una. Laboralmente hoy es el día ideal. Si fuera un grupo bueno, sería la caña.
Guardias: Dos. Tranquilas.
Almuerzos preparados: Primer plato. Pero fácil; (tenemos prisa porque después de recoger a Carlos vamos a ir a Ikea. A estas alturas todavía pensaba montar en bici después) En fin, pasta con tomate y atún. Resultado: mejorable.
Niños recogidos: Uno. Es cuando sucede el comentario elogioso. Fui en coche, para luego ir a Ikea. Habitualmente voy en bici.
Sillas compradas en Ikea: Seis. Para la terraza. Otras compras: olla de pasta, vaporera, dos fregonas.
Deporte en Ikea: Acompaño a Ángel al servicio (Carlos ya había ido con Eva) Eso implica un paseo por todo el centro comercial. Hacemos pesas levantando las sillas y cargándolas en el carro y después en el coche.
Donuts consumidos: Uno. Resultado: medio.
Cafés consumidos: Uno. Resultado: me quemé la lengua. Todavía la tengo lastimada.
Mesas compradas: Una. Hipercor. La llevan a casa. Ya eran las seis y media, no había bici.
Cenas preparadas: Dos: la de los niños (arroz del puchero; Ángel estaba sueltecillo) y la nuestra (Ensalada de atún con pimiento rojo y cebolla frita) Resultado: Satisfactorio.
Niños bañados: Dos. Resultado: Satisfactorio.
Niños acostados: Dos.
Minutos de televisión: Unos 20. El final de The closer, en calle trece mientras cenábamos.
Paseo de perros: Uno. Breve. Lola no había terminado durante el paseo con Eva, porque les sorprendió la lluvia. Resultado: Satisfactorio; Lola “terminó”, llamé a mi padre mientras y hablamos de la Feria inminente…
Camita: A las doce y cinco. Un poco de lectura y a cerrar los ojos.
No está mal, después de todo.

Hoy.
Se preveía un día aligerado, porque hoy el ayuntamiento convoca competiciones deportivas entre institutos, que se llevan cabo en Hytasa. Como yo detesto el deporte, la competición y a buena parte de mis alumnos que compiten, me abstuve de ir. Pensaba que no iba a venir casi nadie, y he tenido todas las horas de clase. Descafeinadas, eso si, ya que tampoco puedes avanzar demasiado póquer hay ausencias justificadas. En la guardia escribo esto. En fin.
Pero supongo que de todas formas el día no será tan ajetreado como ayer.
Levantada: Oficial, 6’25. Hoy no hay tabla de nada, porque entro a las 8’15. Tiempo justo de ducha, vestirse, despertar, vestir, desayunar y repartir a los niños.
Niños vestidos: Dos
Niños desayunados: Dos.
Niños repartidos: Dos, en tiempo y forma.
Horas lectivas: Cuatro.
Guardias: Una.
Previsiones: Lluvia al 50 %. Saxofón: moderado. Pero el jueves pasado ya toqué, después de mucho tiempo. Recogida de Carlos en bici. Hoy no habrá lavadoras, ni ropa pendiente, ni otras cosas. Pero si prepararé el almuerzo, aunque todavía no se qué.
Ya veremos.

miércoles, 7 de abril de 2010

Semana Santa

Resulta que en el cuadro de ahí al lado (“Lo que sucede mientras estoy ocupado haciendo otros planes”) tengo enlace a mis últimas entradas en twitter (mi twitter, por cierto, es Peroringo). Pero he descubierto que no en todos los ordenadores, navegadores o lo que sea, se leen los tweets. Me he pegado la Semana Santa dejando breves mensajes que igual no se han podido leer con la misma regularidad. Así que me voy a hacer un pequeño repaso de la Semana Santa, que ha sido muy intensa, aunque no en le sentido religioso, y aunque no hayamos ido a la playa.

Sábado antes del Domingo de Ramos. (¿Sábado de Adviento? ¿Sábado de Gloria?...)
Nos levantamos tempranito (esos niños), y yo en plan casero, sin ducharme ni nada, me fui a dar un paseo con los perros. Cuando volví ya estaban todos vestidos, y Eva me preguntó si íbamos a ir a Decathlon. Yo ya no lo recordaba, pero es que en la tienda esta que hay en Alcalá enseñan a patinar a niños, y antes se pueden probar los patines. La “clase” era a las diez y media o las once, así que si salíamos ya, estábamos justos (no ducha). Llegamos a tiempo de que Carlos se probara los patines en línea, pero no hubo manera de que evolucionase de manera positiva. No aguantó para asistir a clase, y lo dejamos. Eso sí, mientras, yo aproveché para montar en patinete por mitad de la tienda antes de que me hicieran notar la prohibición de ir más allá de la zona de los patines. No creía yo que fuera a ser capaz de montar, pero la verdad es que es muy sencillo.

Después de esto, de comprarme unos zapatos de marcha (en el sentido deportista de la palabra) y de que los niños montaran en los columpios que hay fuera de la tienda, nos fuimos de tapas con Jose y Mabel y sus niños. Vamos, que almorzamos en la calle. Tomamos café en su casa mientras los niños (los de todos) desmantelaban el dormitorio, y nosotros habláramos de cosas de Semana Santa (lo mal que sientan las torrijas comidas sin medida…) Así hasta las seis, porque ellos tenían que ir a una merienda cofrade con la familia de Jose (café y torrijas, suponían).
Domingo de Ramos.
Como es tradición en mi familia desde que yo tengo memoria (recuerdo, quiero decir), almorzamos por ahí. Elegimos un sitio a medio camino entre lo elegante y lo familiar, por si los niños, pero la verdad es que se portaron muy bien: La Piamontesa. Previamente, y según la tradición, asistimos a misa de doce en San Buenaventura (donde desde hace años coincido con mi antiguo profesor de latín, Antonio Rodas, y su hermano gemelo), nos hicimos las fotos en la entrada de los palcos y demás.
Por la tarde a casa a descansar.
Lunes Santo.
Nos planteamos el día casero, pero aun así me duché, por si acaso. Trabajar en casa y poner orden. Un montón de ropa limpia que guardar, más lavadoras que poner y un montón de papeles que tirar. Son las consecuencias de una semana de evaluaciones y fin de semana de dispendio. Después de comer, cuando más aburrido estaba, planteándonos si nos íbamos a ir a la playa o no, llegó la cafetera expreso automática Delonghi que Eva había encargado a través de la web, y que vamos a pagar en 10 meses sin intereses. Muele el café, lo hace y arroja los desperdicios internamente. Y el café que hace es buenísimo. Solo hay que comprar un buen café en grano. Ya teníamos cubierta la tarde, porque como estaba lloviendo, no había mucho plan de calle.
Martes Santo.
Fuimos de cofradías. A ver el Cerro, que sobre la una y media pasa cerca de casa de mis padres, con poquita gente, y posibilidad previa de aparcar. Después comimos por allí. A los niños les llama mucho la atención los pasos, los nazarenos, la gente, la música. Ésta última tanto, que luego quieren oír “música de semana santa”. A falta de otra cosa que pillar por casa, le pongo la Marcha Imperial de La Guerra de las Galaxias, y les encanta.
Por la tarde fuimos al lidl a comprar una máquina de hacer pan. Estamos cada vez más autónomos. Tengo que aprender a destilar cerveza, y ya…
Miércoles Santo.
Llegó un pedido de dvds. Al diablo las New Year’s Resolution. De hecho, la semana anterior había recibido otro pedido de dvds descatalogados, que encontré por ahí, así como un pedido de cds de segunda mano. Ya digo, al diablo las new years…
También el miércoles fuimos de cofradías, a ver La Sed. También pasa por mi antiguo barrio, con poca gente y a la ahora de comer. Pero esta vez fuimos en bici, con tándem incluido. El aspecto general era de guiris despistados. El personal se sorprendía de lo bien que hablaban español.

Lo pasaron muy bien, así que de vuelta a casa, mas Marcha Imperial (es el tema de Darth Vader), y a leer las instrucciones de la máquina de hacer pan.
Por la noche me pilló El jinete eléctrico, mientras Eva estaba en el ordenador, y terminé viendo también el dvd de El hombre que susurraba a los caballos. En fin, de esto ya he escrito.
Jueves Santo.
Como ya hoy no sé de más cofradías que pasen por mi barrio, decidimos no ir de cofrades. Hacer cosas en casa. Pan, para empezar. Con una harina preparada, comprada también en el lidl. Sale un pan bastante aceptable, quizá un puntín salado.

Por la tarde saqué a toda la manada por el barrio: los niños en triciclo y coche de pedales, Eva probando los patines, y los perros de paseo. Y yo al cuidado del rebaño.
Por la noche vimos Nine. Está bien y punto. No me pareció gran cosa, ni tampoco entendí muy bien el por qué de la nominación al Oscar de la Pe.
Viernes Santo.
A estas alturas ya habíamos decidido no ir a la playa, ni ir de cofradías. Así que a poner el césped artificial en la terraza azotea. El Viernes Santo, día de penitencia religiosa por antonomasia, yo me preparé mi propia expiación de pecados: encerrados en casa, casi todo el día de rodillas (alisé el suelo de la terraza), y con terribles sonidos (Gladiator B.S.O.). Además preparé, hice y compartí pan de pasas y almendras con mis suegros, que vinieron a comer.
Por la tarde extendimos el césped artificial. Fue un día de mucho trabajo, pero al final mereció la pena.

Esta noche vimos Appaloosa, un western de Ed Harris. No está mal, aunque tampoco me pareció gran cosa. Hace unos años Kevin Kostner dirigió y protagonizó otro western, Open Range, que no ha visto nadie, y es muchíiisimo mejor.
Sábado Santo.
Ya de recogida de la semana, fue un día más tranquilito. Terminamos de colocar el césped y recolocar las macetas y el mobiliario de la terraza. Pasé un poco de miedo cuando Eva empezó a decir que se iba a deshacer de los elementos inútiles de la casa. Creí que me dejaba en la calle. Pero no, no hablaba de eso, era solo de la antigua barbacoa, y del tendedero.
La terraza quedó genial. Para celebrarlo hice masa de pizza y cenamos pizzas caseras. Hice demasiado, los niños no comieron tanta, y nosotros nos pusimos púos.
Para pasar la indigestión, esa noche revisé pelis de Woody y un buen trozo de Robin y Marian. No quiero ni pensar en la nueva versión de Robin Hood del Ridley Scott.
Domingo de Resurrección.
La vuelta al vida: organizamos una pequeña barbacoa, con material (gambones y buey) suministrado por mi padre. Aprovechando su presencia en casa dimos los últimos toques a la terraza: descolgamos la barbacoa por la fachada, instalamos el semáforo y nos deshicimos del tendedero.
Cansados, nos metemos en la cama pronto, sin pelis ni nada, que mañana hay que trabajar. Vuelta a la ¿vida?

sábado, 3 de abril de 2010

Ese cine que me atrapa

Esta entrada va a ser marcada y conscientemente melancólica. Vaya eso por delante. El Miércoles Santo por la noche pillé empezando una película que tengo en dvd (ahora descatalogado, por cierto) y me pegué. La tienes en dvd y no encuentras un momento para verla; la ponen en la tele, y como que te fuerza y… Se trataba de El jinete eléctrico, una peli de los años setenta, con Robert Redford y Jane Fonda. No es una gran película. Pero es bonita. Como buena parte de las películas de los setenta, su desarrollo y su excusa argumental es deslavazado, pero trata temas como la libertad de espíritu en el mundo moderno, la honestidad, el ser uno mismo… cosas heredadas de los movimientos de los sesenta. Cierto que esos temas también salen en las buenas películas del oeste o de cine negro, pero el tratamiento en las de los setenta es distinto, más libre. Yo he crecido viendo películas como esta, y como las otras. No esta exactamente, que la vi más tarde, pero con esos tipos, esos personajes.
El tema es que ésta me agarró solo y me capturó, y, sin razón ni dirección concreta, me hizo evocar mis tiempos pasados, de cine de sábado por la tarde, o de estudiante, cuando llegaba tarde a casa y me ponía a ver películas en lugar de acostarme; me recordó a otro montón de películas de los setenta, me llevó a lugares en donde nunca he estado pero sí que he visitado, me hizo recordar situaciones que nunca he vivido, pero de las que tengo huellas. Y fui por momentos Gene Wilder en El expreso de Chicago, Sean Connery en Odio en las entrañas, Robert Redford en Las aventuras de Jeremiah Johnson, Al Pacino en Autor, autor… hasta Woody en Sueños de un seductor, dejándose llevar, como él, por los consejos de una estrella de cine.
Supongo que esa es la finalidad del cine. O del arte en general, no sé. La de agarrarte, en cualquier momento y aunque no sea una obra maestra, y llevarte a ti y sólo a ti, a lugares remotos que no has conocido, pero te suenan, o te sonarán a partir de ahora. La ventaja del cine es que ahora (y ahora más que nunca) se puede ver en soledad, como se lee un libro o se oye una grabación. Y en la oscuridad de tu salón, solo, te puedes dejar llevar, te pueden zarandear, sufrir una catarsis y volver a cargarte de energía. Puedes oír a Robert Redford decirle a su caballo (a ti mismo, al oído) “aprovecha la vida”.