Mi existencia reflejada en los espejos cóncavos del Callejón del Gato

miércoles, 7 de abril de 2010

Semana Santa

Resulta que en el cuadro de ahí al lado (“Lo que sucede mientras estoy ocupado haciendo otros planes”) tengo enlace a mis últimas entradas en twitter (mi twitter, por cierto, es Peroringo). Pero he descubierto que no en todos los ordenadores, navegadores o lo que sea, se leen los tweets. Me he pegado la Semana Santa dejando breves mensajes que igual no se han podido leer con la misma regularidad. Así que me voy a hacer un pequeño repaso de la Semana Santa, que ha sido muy intensa, aunque no en le sentido religioso, y aunque no hayamos ido a la playa.

Sábado antes del Domingo de Ramos. (¿Sábado de Adviento? ¿Sábado de Gloria?...)
Nos levantamos tempranito (esos niños), y yo en plan casero, sin ducharme ni nada, me fui a dar un paseo con los perros. Cuando volví ya estaban todos vestidos, y Eva me preguntó si íbamos a ir a Decathlon. Yo ya no lo recordaba, pero es que en la tienda esta que hay en Alcalá enseñan a patinar a niños, y antes se pueden probar los patines. La “clase” era a las diez y media o las once, así que si salíamos ya, estábamos justos (no ducha). Llegamos a tiempo de que Carlos se probara los patines en línea, pero no hubo manera de que evolucionase de manera positiva. No aguantó para asistir a clase, y lo dejamos. Eso sí, mientras, yo aproveché para montar en patinete por mitad de la tienda antes de que me hicieran notar la prohibición de ir más allá de la zona de los patines. No creía yo que fuera a ser capaz de montar, pero la verdad es que es muy sencillo.

Después de esto, de comprarme unos zapatos de marcha (en el sentido deportista de la palabra) y de que los niños montaran en los columpios que hay fuera de la tienda, nos fuimos de tapas con Jose y Mabel y sus niños. Vamos, que almorzamos en la calle. Tomamos café en su casa mientras los niños (los de todos) desmantelaban el dormitorio, y nosotros habláramos de cosas de Semana Santa (lo mal que sientan las torrijas comidas sin medida…) Así hasta las seis, porque ellos tenían que ir a una merienda cofrade con la familia de Jose (café y torrijas, suponían).
Domingo de Ramos.
Como es tradición en mi familia desde que yo tengo memoria (recuerdo, quiero decir), almorzamos por ahí. Elegimos un sitio a medio camino entre lo elegante y lo familiar, por si los niños, pero la verdad es que se portaron muy bien: La Piamontesa. Previamente, y según la tradición, asistimos a misa de doce en San Buenaventura (donde desde hace años coincido con mi antiguo profesor de latín, Antonio Rodas, y su hermano gemelo), nos hicimos las fotos en la entrada de los palcos y demás.
Por la tarde a casa a descansar.
Lunes Santo.
Nos planteamos el día casero, pero aun así me duché, por si acaso. Trabajar en casa y poner orden. Un montón de ropa limpia que guardar, más lavadoras que poner y un montón de papeles que tirar. Son las consecuencias de una semana de evaluaciones y fin de semana de dispendio. Después de comer, cuando más aburrido estaba, planteándonos si nos íbamos a ir a la playa o no, llegó la cafetera expreso automática Delonghi que Eva había encargado a través de la web, y que vamos a pagar en 10 meses sin intereses. Muele el café, lo hace y arroja los desperdicios internamente. Y el café que hace es buenísimo. Solo hay que comprar un buen café en grano. Ya teníamos cubierta la tarde, porque como estaba lloviendo, no había mucho plan de calle.
Martes Santo.
Fuimos de cofradías. A ver el Cerro, que sobre la una y media pasa cerca de casa de mis padres, con poquita gente, y posibilidad previa de aparcar. Después comimos por allí. A los niños les llama mucho la atención los pasos, los nazarenos, la gente, la música. Ésta última tanto, que luego quieren oír “música de semana santa”. A falta de otra cosa que pillar por casa, le pongo la Marcha Imperial de La Guerra de las Galaxias, y les encanta.
Por la tarde fuimos al lidl a comprar una máquina de hacer pan. Estamos cada vez más autónomos. Tengo que aprender a destilar cerveza, y ya…
Miércoles Santo.
Llegó un pedido de dvds. Al diablo las New Year’s Resolution. De hecho, la semana anterior había recibido otro pedido de dvds descatalogados, que encontré por ahí, así como un pedido de cds de segunda mano. Ya digo, al diablo las new years…
También el miércoles fuimos de cofradías, a ver La Sed. También pasa por mi antiguo barrio, con poca gente y a la ahora de comer. Pero esta vez fuimos en bici, con tándem incluido. El aspecto general era de guiris despistados. El personal se sorprendía de lo bien que hablaban español.

Lo pasaron muy bien, así que de vuelta a casa, mas Marcha Imperial (es el tema de Darth Vader), y a leer las instrucciones de la máquina de hacer pan.
Por la noche me pilló El jinete eléctrico, mientras Eva estaba en el ordenador, y terminé viendo también el dvd de El hombre que susurraba a los caballos. En fin, de esto ya he escrito.
Jueves Santo.
Como ya hoy no sé de más cofradías que pasen por mi barrio, decidimos no ir de cofrades. Hacer cosas en casa. Pan, para empezar. Con una harina preparada, comprada también en el lidl. Sale un pan bastante aceptable, quizá un puntín salado.

Por la tarde saqué a toda la manada por el barrio: los niños en triciclo y coche de pedales, Eva probando los patines, y los perros de paseo. Y yo al cuidado del rebaño.
Por la noche vimos Nine. Está bien y punto. No me pareció gran cosa, ni tampoco entendí muy bien el por qué de la nominación al Oscar de la Pe.
Viernes Santo.
A estas alturas ya habíamos decidido no ir a la playa, ni ir de cofradías. Así que a poner el césped artificial en la terraza azotea. El Viernes Santo, día de penitencia religiosa por antonomasia, yo me preparé mi propia expiación de pecados: encerrados en casa, casi todo el día de rodillas (alisé el suelo de la terraza), y con terribles sonidos (Gladiator B.S.O.). Además preparé, hice y compartí pan de pasas y almendras con mis suegros, que vinieron a comer.
Por la tarde extendimos el césped artificial. Fue un día de mucho trabajo, pero al final mereció la pena.

Esta noche vimos Appaloosa, un western de Ed Harris. No está mal, aunque tampoco me pareció gran cosa. Hace unos años Kevin Kostner dirigió y protagonizó otro western, Open Range, que no ha visto nadie, y es muchíiisimo mejor.
Sábado Santo.
Ya de recogida de la semana, fue un día más tranquilito. Terminamos de colocar el césped y recolocar las macetas y el mobiliario de la terraza. Pasé un poco de miedo cuando Eva empezó a decir que se iba a deshacer de los elementos inútiles de la casa. Creí que me dejaba en la calle. Pero no, no hablaba de eso, era solo de la antigua barbacoa, y del tendedero.
La terraza quedó genial. Para celebrarlo hice masa de pizza y cenamos pizzas caseras. Hice demasiado, los niños no comieron tanta, y nosotros nos pusimos púos.
Para pasar la indigestión, esa noche revisé pelis de Woody y un buen trozo de Robin y Marian. No quiero ni pensar en la nueva versión de Robin Hood del Ridley Scott.
Domingo de Resurrección.
La vuelta al vida: organizamos una pequeña barbacoa, con material (gambones y buey) suministrado por mi padre. Aprovechando su presencia en casa dimos los últimos toques a la terraza: descolgamos la barbacoa por la fachada, instalamos el semáforo y nos deshicimos del tendedero.
Cansados, nos metemos en la cama pronto, sin pelis ni nada, que mañana hay que trabajar. Vuelta a la ¿vida?

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