Mi existencia reflejada en los espejos cóncavos del Callejón del Gato

sábado, 18 de diciembre de 2010

Mi futuro en la música

Además de todas esas cosas, hemos podido sacar tiemp para ensayar por las tardes.
Aquí tenéis el resultado. ¿Podré perseverar en el mundo de la música?



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Viernes. Ya llegan las vacaciones.

Ya he terminado de corregir, pasar las notas, evaluar, replantear exámenes de recuperación, corregir los exámenes de recuperación, volver a evaluar y pasar las notas a Seneca (la plataforma informática de la Junta)
Ahora solo queda cambiar los armarios y sacar la ropa de invierno, que con el frío que está cayendo, todavía voy a clase con camisetas de mangas largas y tengo un cajón lleno de bañadores, en lugar de tenerlos archivados y haber sacado los chalecos.
Y la correspondencia.

Martes: agente secreto en acción.

Bajo los efectos de un relajante muscular que tomé el lunes por la noche a ver si se me pasaban los mareos, solo me ha faltado proclamar borderías a mis alumnos en plan “me importa un huevo tu examen”. Pero simplemente estaba un poco más relajado, me increpaban por las notas y yo me limitaba a sonreír, lo que los encrespaba mucho más. Ha sido divertido, pero tomo nota mental de que no puedo torear en estas condiciones.
El martes salgo también a una hora prudente, y decido hacer lo que no pude hacer por el concurso de traslados.
Agente secreto en acción.
Debía completar, pues, mi nueva misión: en un tiempo máximo de dos horas (el plazo “gratuito” del aparcamiento de El Corte Inglés del centro si te gastas 30 euros y pagas con la tarjeta) tenía que hacer determinada compra en determinada casa de juguetes; debía recoger un bolso que estaba reparándose y encontrar y comprar un disfraz de pastor y unos cuernos de reno. En este punto creo que debo aclarar que estos aditamentos (disfraz y cuernos) no eran para mí, sino para mis hijos. Más de uno habrá pensado en el chiste fácil de los cuernos, sean de reno o no. En fin.
Pues buen, entré en el aparcamiento a las 12:23, después de haber puesto, recogido y corregido un examen de recuperación.
Lo primero, la casa de juguetes. Resultado: altamente satisfactorio. Como creo que estos asuntos es mejor mantenerlos discretamente, no diré más.
Vuelta al aparcamiento a depositar las compras.
Solicito información al alto mando y me dirijo a la buca de tiendas de disfraces. Resultado: altamente satisfactorio. En Galerías Madrid, en la calle Cuna, adquiero el disfraz de pastor y en Pichardo (o era…) encuentro unos fantásticos cuernos de reno, con cascabeles incluidos
Por el camino he tenido tiempo de detenerme en varias tiendas de juguetes diversos, y recoger el bolso en reparación. Resultado: altamente satisfactorio.
Vuelta al aparcamiento. Deposito todo y me lanzo en veinte minutos a hacer compras en el supermercado por valor de treinta euros, después de haber consultado nuevamente con el alto mando sobre las necesidades vigentes.
Comienzo a comprar las cuatro cosas que necesito. Hago un cálculo aproximado del dinero que llevo consumido y deduzco que no es suficiente, así que me dedico a adquirir cosas sin mucha relación unas con otras y con un alto grado de inaplicabilidad. Me paso en veinte euros de compras inútiles, pero el parking sale gratis.
Satisfecho vuelvo a caso con la banda sonora de Misión Imposible sonando desde el aire.
Voy a echar los papeles para mi nuevo proyecto profesional: realización de misiones imposibles.


p.d. al final el bolso fue reparado por una parte y estropeado por la otra, así que todavía está la misión incompletada. Resultado: poco satisfactorio. Aunque yo lo recogí, que esa era la misión.

Estoy que me salgo (Mi futuro profesional: otra posibilidad)

Después de un fin de semana en el que dormí poco y salí por la noche, conseguí unos mareos incomodísimos a lo largo de todo el domingo. Leyendo por Internet, decía que podía ser debido a falta de sueño o a algún problema cervical. Leído esto tuve la precaución de no acostarme temprano el domingo, que me quedé viendo una peli.
Lunes
Pero curiosamente el lunes me levante con uno de esos estados de ánimo efervescente. Tenía previsto ir al echar el Concurso de traslados* con Eva por la mañana, porque los dos podíamos salir pronto. Pero Eva encontró nuevos méritos que aportar y lo tuvimos que dejar para por la tarde.
Entonces decidí pasarme por mi antiguo instituto, en Dos Hermanas, para comprar un número de lotería de Navidad, no sea acaso que… y al carajo la profesionalidad...
Aparecer por Cantely (mi antiguo instituto) es muy agradable. Saludo a gente que aprecio y supone subir muchísimo la autoestima porque todo el mundo se alegra de verme, y me saludan con entusiasmo.
Al final no quedaban décimos y me dieron la dirección de la admon. donde podía conseguirlas, en pleno corazón de Dos Hermanas, sin que nadie me supiera situar exactamente el sitio.
Así que me lancé a la aventura de encontrar una dirección en un pueblo grande. En estos momentos es cuando me siento una especie de agente con una misión a cumplir en un tiempo límite: cerraban a medio día y no iba a poder volver. Además quería pasarme después por Carrefour y llegar a casa para comer y llevar el concurso por la tarde.
Para estos casos de alta tensión llevo en el coche una versión a toda orquesta del tema de Misión Imposible, pero el de la serie de televisión, que era menos repetitivo. Me siento todo un agente al volante. Buscando otras nuevas salidas profesionales, me planteo entonces si sería bueno como agente de incógnito, como alguien capaz de conseguir cosas complicadas en poco tiempo.
No llevo gps. Es un fallo para un agente. Pero soy intrépido. Después de perderme a toda velocidad por las distintas circunvalaciones de la ciudad de Dos Hermanas, con mi banda sonara a todo carajo, una pregunta a una paisana me sacó de la ensoñación. Buscaba la calle Picasso, en un barrio de calles con nombres de pintores.
- No, por aquí no es. Esta es la barriada de los toreros. Muertos. De los toreros que ya se han muerto, vamos… la calle Picasso no me suena por aquí.
Hizo una pausa y siguió.
- ¿Sabes donde está la gasolinera de Cepsa?, porque por allí si hay pintores.
Si supiera donde esta la gasolinera no le estaría preguntando, pienso mientras le doy las gracias.
Al fin, tras dos circunvalaciones más aparece la gasolinera de Cepsa, y detrás, calles con nombres de pintores. Todos menos el de Picasso. Siguiendo mi instinto me muevo en círculos hasta que, en dirección prohibida localizo la calle. El número 2, que es el que busco, está al otro extremo de la calle que recorro en dirección contraria. Que emocionante.
Aparco en zona prohibida. Compro el décimo. Vuelvo a montar en el coche. Vuelo hasta Carrefour. No encuentro lo que iba buscando, pero compro comida para el almuerzo.
Y, nuevamente bajo los sones de Misión Imposible, llego a casa justo a tiempo para almorzar y poder ir pronto al Concurso de Traslados.
Algo que no importó demasiado, porque hubo cola a cualquier hora.
Además esa tarde me asaltaron nuevamente mis mareos, a los que me costó doblegar. Pero lo conseguí sacando fuerzas de flaqueza.
¿Sería yo un buen agente? ¿Me daría eso para dejar la educación?


*El concurso de traslado es una suerte de gymkana que cada año organiza la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía para sus trabajadores. Cada año cambian sutilmente las normas del juego y la documentación a conseguir, dificultándolo todo para no caer en la rutina. Pero en lo que consiste básicamente es en reunir muchos méritos (de los que ya la Consejería tiene constancia) en forma de titulaciones y demás, aportarlas a través de un prolijo proceso en Internet, y finalmente presentarte en algún registro con muchísima cola (45 minutos de media) para que te sellen una copia.
A los cuatro meses te confirman que tu puntuación es siempre menor de la que esperabas, y que no te vale para moverte de puesto de trabajo actual.
Los esfuerzos inútiles conducen a la melancolía (Ortega y Gasset)