El
otro día bajé al trastero los adornos de Navidad, ya retirados. El nuevo año ha empezado su ritmo cotidiano, y ya era necesario recoger la casa. Metido en
la actividad de poner orden, reviso los propósitos de año nuevo del año pasado,
que encima están publicados por aquí abajo, y compruebo que el resultado es
digno de sonrojo. La mayor parte de ellos duraron tanto como los últimos
adornos de Navidad. Uno hace inventario, listas y planes con muy buena
voluntad, y luego llega la realidad del día a día y, como un martillo pilón,
los aplasta y reduce.
En
la lista del año pasado había cosas para realizar puntualmente, actividades con
final, y, sobre todo, ideas de cambio de hábito. Es cierto que algunas cosas
con final sí que he terminado, y que, como la intención de cambiar de hábitos o
coger habitualidad en según qué cosas siempre está presente, algo de cada cosa
he ido haciendo. Pero creo que no he conseguido adoptar con regularidad ninguno
de los hábitos propuestos.
No
es que sea muy grave en cuanto a salud -no tengo un sobrepeso alarmante ni
tengo que dejar de fumar- pero resulta como poco descorazonador. Además,
algunos de los planes iban referidos a hacer más cosas con los niños en todos
los sentidos: estar pendiente de su estudio, estudiar con ellos, jugar al
fútbol, jugar en general, montar en bici, organizar el tiempo… Y entonces
surgen dudas sobre cómo lo estás haciendo como padre. No veo que mis hijos
estén muy ordenados con respecto a su horario de estudio y su horario de juego,
el desorden reina en sus cosas y ya por ende en toda mi casa, y encima el mayor
empieza a flojear en clase.
Dicen
los expertos que para lograr su cumplimiento, lo básico es simplificar al
máximo el número de objetivos, proponerse una o dos cosas, y eso implicará
cambios paralelos en hábitos y demás zarandajas. No estoy muy seguro de que sólo
con eso se logre, y, en cualquier caso, no sé como hacerlo, y menos a comienzos
de año, donde se agolpan las urgencias de lo que no has hecho y deberías, y de lo
nuevo que quieres hacer.
No
obstante, habrá que intentarlo. Me propondré un único objetivo, y dejaré que
los otros vayan llegando, a ver qué tal. Lo
que no sé es si compartirlo aquí, no sea que alguien lo lea y comprobando el
resultado, mi sonrojo sea aun mayor.
Ya
iremos viendo a lo largo del año si lo cuento o no. Por cierto, que es Año Nuevo:
lleguen a todos mis mejores deseos para 2015; que al contrario que a mi, no os
asalten tantas dudas, y que vuestros planes sean concretos y se cumplan.
FELIZ
AÑO NUEVO.
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