Mi existencia reflejada en los espejos cóncavos del Callejón del Gato

lunes, 3 de mayo de 2010

Feria, desorden, mi cabeza y más…

Ya ha pasado la una semana desde la Feria de Abril. Y aunque iba a escribir una entrada durante esa semana (la tenía más o menos enjaretada en mi cabeza) ha habido tanto “movimiento” que se ha pospuesto hasta hoy. Se que cuando escribo no resulta la mitad de divertido de lo ha sido, pero escribo igualmente. Aunque sé que como no haga entradas más simpáticas no me va a leer ni el tato.
Feria
La Feria fue bastante bien. Fuimos todos a comer todos los días menos el sábado; y el jueves pudimos dejar a los niños con mi suegra y pudimos movernos y saludar a mucha más gente.
El viernes cedimos y terminamos llevando por primera vez a los niños a la calle del infierno, y lo cierto es que no estoy muy seguro que lo disfrutaran tan a fondo como la gente me decía que lo harían. Quizá es que son aun pequeños. En realidad, por esa razón no los quería llevar. A pesar de que disfrutaron con determinadas atracciones, creo que en el fondo lo que más les llamó la atención fue descubrir que desde la terraza de casa se podía ver la noria, que ellos habían visto desde cerca, reluciendo a lo lejos iluminada bajo la luna.
Desde que la descubrieron la misma tarde noche del viernes, todos los días han querido subir a ver la noria. Y aun cuando se ha dejado de ver porque de hecho ya no está, ellos la han seguido buscando y “viendo” cada noche. Han tenido que pasar varios días para que Carlos al final aceptara que la Feria se había terminado y ya no vuelve hasta el año que viene. Poco a poco va siendo consciente del paso del tiempo, de que las estaciones se suceden y que con ellas llegan determinados ritos y momentos propios de cada uno. Uno de ellos es que cerca de Feria toca su propio cumpleaños, que ya ha sido. Y celebrado a lo largo de varios días, por la presencia estirada de abuelos y titos.
No se si será por esta idea, o porque la Feria se ha acabado, o por el desorden que me apabulla, por la proximidad de mi propio cumpleaños, pero mis pensamientos, mis ideas han estado estos días muy dispersas y tristonas a veces.
Desorden
El calor ha llegado de manera radical para quedarse. Hay que cambiar los armarios. Y yo de momento no he encontrado tiempo y me mantengo sacando las camisetas de manga corta por una rendija de los baúles de plástico en donde las tengo metidas.
Como estaba previsto (el antiguo ya no aguantaba más), nos hemos comprado un ordenador. Un hp i5, 4 gb de ram, 1 tb de hd… con windows 7. Lo cierto es que tardamos un poco más de la cuenta en ponerlo en marcha, pero quería tener tiempo por delante (un día o al menos una tarde) para solucionar los imprevistos que sin duda se presentaría (y de hecho se presentaron), y acomodarse al nuevo sistema operativo.
Así que hasta el martes de después de Feria, nada. Eso ha implicado copias de seguridad, desmontaje y montaje del ordenador antiguo, retocar la impresora, que me bañó de tinta el martes por la tarde… un poco de desconexión de correos y entradas en Internet. Pero ya estamos asimilados. Creo.
Mientras, tenía pendiente corregir una pila de exámenes que tenían que haber estado corregidos y puestos en Pasen antes de Feria. Los alumnos clamando por sus resultados, los resultados clamando al cielo.
El desorden de esta semana se acrecentó el lunes, que Eva no tenía coche, con lo que tocaba reorganizar el reparto de niños, salir antes y usar la bici para llevar a Ángel. Eso hizo que me despidiera el lunes de la tabla de abdominales, que había quedado aparcada en Feria, y que a estas alturas todavía no ha vuelto… no sé si en esta semana…
Mi cabeza
Y todas estas cosas se cruzan por mi cabeza con mis pensamientos, mis deseos, mis cosas sin hacer. Sé que escritas no resultan la mitad de divertidas que si las contara verbalmente, y entonces echo de menos a mi madre, a la que le contaría todo esto y que se reiría con mis hijos, y se asombraría viendo como evolucionan; y que le parecería genial el ordenador que hemos comprado aunque se preocuparía desmesuradamente por lo de la impresora, y por que tuviéramos que instalar otra vez todos los programas, sin entender en realidad toda la complicación; y no digamos las sillas de la terraza o el césped artificial, o la "barbaridad" de años que voy a cumplir...
Pero es sobre todos por mis hijos, y mi relación con ellos, y la relación que ella tendría con ellos, y la pena que me supone que ellos no la tengan, no la conozcan...
Y más
Pero hay más cosas en mi cabeza, que me "distraen" las direcciones: de mis new years van quedando pocas cosas. Ya había comprado dvds. Pos ahora también hay cds (eran nuevos de Mancini) y hasta un libro (que me comentó Jose)… mis momentos de ejercicio han bajado de frecuencia…
El sábado estuvo en casa Cristina, una antigua alumna de Cantely. Eso te da mucha alegría, pero te proporciona cierto vértigo. Ya han pasado once años desde que le di clase, y diez desde que hicimos con otros alumnos un comentado programa en la radio local. Ella está ahora en Madrid…
Por cierto, esto me recuerda que no nos dieron a ninguno traslado en el concurso.
En fin…
Que como no haga entradas más breves o más entretenidas no me lee ni el tato.
Gracias.

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