Mi existencia reflejada en los espejos cóncavos del Callejón del Gato

miércoles, 12 de febrero de 2014

Un hombre de frontera revisitado


 
El otro día volvía a salir en la conversación el tema de la educación. Y se planteaba que hay profesores que no, pero que yo tengo que tener vocación; que con las cosas que hago, los videos, las actividades, que se me nota. Yo nunca he pensado que la tuviera. No sé, no lo creo.
No es que no me guste la enseñanza, pero no llegué a ella por vocación, sino por rebote, como una oportunidad surgida. Una vez dentro, trato de hacer mi trabajo lo mejor posible, pero no me siento muy miembro del gremio de profesores, educadores o lo que quiera que sea que diga la próxima ley.
Y si miro hacia atrás, compruebo que rara vez he terminado de encajar en algún grupo, rara vez me he sentido plenamente integrado. Prefiero considerarme, mejor que un excluido, “un hombre de frontera”. Algo así como John Wayne en Centauros del desierto. Aunque ahí no se sabía si era excluido, o si él mismo se quedaba al margen.
Cuando estudié derecho, no se podría decir que fuera el prototipo de “estudiante de derecho”. Era demasiado “rojo”. En Arte Dramático, donde encajé mejor, era demasiado “pijo”. No se me solía tener en cuenta para montajes o grupos, porque parecía demasiado en otra onda.
Luego me especialicé en dirección, y tuve mi grupo, y montamos cosas; y años después lo volví a retomar; y aun mantengo la esperanza… Ahí si que fui yo el que iba por libre.
Mientras tanto estuve tocando el saxo en un grupo de música, pero me sustituyeron por otro más alternativo y “maldito”.
En los cursos de doctorado de Ciencias del Espectáculo, que verdaderamente disfruté, era una rara avis más. Un licenciado en Derecho, que estudia un doctorado interdepartamental de filología, porque también es licenciado en Arte Dramático.
Cuando se presentó la ocasión de las oposiciones, pues las tomé, pensando más en teatro que en música. Pero al final, profesor de música.
Y como profesor de música soy una isla: tengo mi propia aula a la que acuden los alumnos, es decir que no tengo que salir y desplazarme por el centro; hay días que no saludo a ningún profesor: entro en el centro, subo al aula, y me voy después de mis clases. Y todo ese atontamiento y atolondramiento con el que nos va saturando la Junta de Andalucía con requerimientos, informes, papeles, estadísticas, actas, reuniones, me suenan cada vez más como un eco lejano. Algo inútil, que sé que está ahí, pero que en pocas ocasiones sirve para mejorar mi trabajo (no digamos mi vida)
Soy Javier, disfruto de la compañía de quien conmigo va, y ahora estoy ahí. Y si miro hacía atrás, veo que he tendido a ser individualista, un poco verso suelto. Es culpa mía, pero…
Cuando los días de lluvia me calo mi sombrero “western” y salgo a pasear con mis perras, solos en el parque, me transporto, y me siento eso, un hombre de frontera en una peli del oeste, de los que han hecho de todo un poco, y siguen buscando… mejor eso que aprendiz de mucho y maestro de nada…
Parece que siempre lo he sido. Pero de una cosa puedo estar seguro: sin ella estaría perdido.
 
 

2 comentarios:

ALLWebber dijo...

Muchas veces también me he preguntado dónde estaba mi sitio y por fin, a estas alturas de mi vida, he asumido que mi sitio es donde me encuentre a gusto y estaré ahí mientras esté a gusto, creo que es lo que tiene de bueno eso de no ser de un sólo sitio. Siempre me gustó el título de la canción de Where I lay my hat that's my home.
Y de los que dicen que aprendiz de mucho maestro de nada, tururú. Hay que ir de aprendiz toda la vida, sabiendo que aún te quedan cosas por probar y por disfrutar aprendiendo.
Un abrazote aprendiz y maestro.
Por cierto que sepas que ya he visto algunos de tus capítulos de la historia de la música. Ya te contaré. Mu bien. Tás muy puesto.

Javi dijo...

Muchas gracias. No se yo esto de aprendices o maestros, pero en realidad es que las cosas van saliendo así...
Y de los videos... Algún gazapillo se desliza (leve -ahora ya no me acuerdo-), pero como ya estaban grabados y voy muy al salto de mata, pos ahí que se quedaron...

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