Anoche Eva me comentó una noticia
que yo ya conocía. Resulta que la Junta de Andalucía ha decidido crear un nuevo
observatorio para realizar las funciones que hasta ahora realizaban los inspectores
de educación. Es decir, duplicar funciones, gastos, y enchufar a más gente a la
que pagar con dinero público, con la agravante de conseguir probablemente
resultados mediatizados, a gusto del que paga. Y eso en plena crisis.
Y era lo que me faltaba. Cuando
me iba a acostar me acorde de una frase hecha que no se si existía antes, pero
que yo conocí a través de una canción de Serrat. “Harto de estar harto”. Estoy harto como ciudadano que soporta lo que
todos, como funcionario que soporta recortes y medidas injustas y abusivas, y
como profesor funcionario, que se enfrenta día a día al deterioro del sistema
educativo sin que se tomen medidas pensadas que vayan a mejorar en realidad la
educación.
Y estoy harto de estar harto de
todo esto, todo el día con quejas, con protestas, de mal café. Tanto que te
entran ganas de… Y en esas me acuerdo de otra frase, que tampoco sé si existe
en el imaginario colectivo, pero que decía mucho mi abuelo: “tengo ganas de no tener ganas de lo que tengo
ganas”. Y esa era justamente mi situación. Tanto dar vueltas a la cabeza
con lo mismo, tanto malestar, tanto político incompetente y caradura, que
entran ganas de…, pero en realidad yo tengo ganas de no tener ganas de eso,
sino de tener el pensamiento calmado y pacífico.
Y recordé otra frase. Esta es en
realidad un consejo de amigo. “A partir
de los cuarenta hay que relajarse más, trabajar más calmado, tranquilito tío”.
Y sí. Eso haré. Voy a relajar mi
propia tensión en el trabajo, a preocuparme menos. Pero ¿Eso cómo se hace? Esto
me lo he estado intentando aplicar desde antes de haber cumplido los cuarenta. Y
nada. No es fácil. O al menos a mi no me resulta todo lo fácil que debiera. Y lo
intento.
“No lo intentes. Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes”. Frase
del Yoda en El imperio contraataca. Vale. Pues ya la hemos liado, porque ya me
gustaría trabajar menos, más relajado; pero no lo hago.
Harto de estar harto, tengo ganas
de no tener ganas de lo que tengo ganas; pero debo relajarme que me sube la
tensión, y no puedo dormir. Pues no sé. Y antes de caer me viene a la memoria
una frase bastante más conocida, usada por cierto grupo sevillano con mucha
precisión: Al carajo.
Esto me tranquiliza. Esto si que
lo puedo hacer; no intentarlo: hacerlo. Mando al carajo a tanto mandria, aparco
mis historias del trabajo, y vuelvo a escribir. Con este pensamiento me duermo
lentamente. Y aquí estoy, escribiendo frases hechas.
♫Al carajo, al carajo, que se vayan al carajo♪
No hay comentarios:
Publicar un comentario